6. TOMA
DE DECISIONES
Tomar
decisiones para mejorar el proceso de enseñanza – aprendizaje es un desafío de
una verdadera evaluación. Aunque las primeras preguntas de la evaluación tengan
que ver con el qué, el cómo o el cuándo evaluar, estas suelen ser cuestiones
técnicas (Álvarez Méndez, 2001) y pueden quitar importancia a los valores
formativos que debenestar presentes en la evaluación.
A menudo,
en los contextos docentes, se habla de evaluación de una forma exclusiva,
centrándose solo en los resultados obtenidos por los alumnos, en sus
calificaciones (en la expresión cuantificada – nota - producto de un examen)
Sabemos que, el hecho de la evaluación no impide un proceso formativo de los
alumnos, es más lo supone y lo necesita. Y aunque se entienda como un proceso
calificador, en el fondo expresa también la necesidad de no solo medir los
niveles básicos de conocimiento intelectual en los alumnos sino también se
trata de mostrar qué tan cerca está el alumno de los fines y metas propuestas
por la educación misma.
El
proceso evaluador nos debe orientar a tomar decisiones que lleven en última
instancia a esas metas y objetivos educacionales. Estas decisiones no son solo
producto de una recolección de datos y su posterior procesamiento e
interpretación, es también producto de una reflexión que puede terminar en una
toma de decisiones acertada o equívoca.
Así, la
evaluación es necesaria para que el profesor preste ayuda al alumno; desde una
visión teleológica "más allá" de sus límites cognoscitivos,
teniendo en cuenta su edad, sus capacidades y la preparación previa que siempre
trae al aula, es decir, le permite al maestro adaptarse a la singularidad de
sus alumnos.
6.1
Evaluación para tomar decisiones.
La toma
de decisiones es fruto del acto evaluador. Una evaluación en su sentido amplio
y formativo, debe llevar a la toma de decisiones, específicamente a aquello que
debe modificarse en el proceso de enseñanza - aprendizaje reorientándose, si
fuera necesario, a los fines educativos contemplados desde el inicio de la
acción educativa.
Si
entendemos a la evaluación como una reflexión, un control de calidad sobre lo
que se hace, un análisis y luego una toma de decisiones, en el caso del proceso
de enseñanza - aprendizaje, es calificar al alumno pero no es lo único ni lo
más importante.
La
evaluación aparece como un proceso por medio del cual los
profesores buscan y usan información procedente de diversas fuentes para llegar
a un juicio de valor sobre el alumno e incluso sobre el mismo sistema
educativo, de tal manera que se entiende la necesidad de retroalimentar los
procesos de enseñanza – aprendizaje con la toma de decisiones.
Los
procesos de evaluación tienen por objeto tanto los aprendizajes de los alumnos
como los procesos mismos de enseñanza. La información que proporciona la
evaluación sirve para que los maestros dispongan de información relevante con
el fin de analizar críticamente su propia intervención educativa y tomar
decisiones al respecto.
Para
ello, será necesario contrastar la información suministrada por la evaluación
continua de los alumnos con los fines de la educación que se pretenden. Se
evalúa la programación del proceso de enseñanza y la intervención del profesor
como animador de este proceso, los recursos utilizados, los espacios, los
tiempos previstos, la distribución de alumnos, los criterios e instrumentos de
evaluación, es decir, se evalúa todo aquello que se circunscribe al ámbito del
proceso de enseñanza-aprendizaje.
La
evaluación del proceso de enseñanza permite también detectar necesidades de
recursos humanos y materiales, de formación, infraestructura, etc. Para racionalizar
su uso y hasta para reportar al personal administrativo que disponga de ellos,
en beneficio de la comunidad escolar.
Permite
detectar problemas o aciertos en la coordinación, en las relaciones humanas
(tan problemáticas en la actualidad) y también el clima o ambiente de trabajo,
que son elementos significativos y cotidianos en un colegio.
6.2 Pero
¿Quién toma la decisión?
Es
importante resaltar que el proceso de evaluación no siempre finaliza cuando la
decisión se toma; ésta debe ser implementada. Y no siempre es responsabilidad exclusiva
del maestro.
Es
deseable que quienes participen en la toma de una decisión sean quienes
procedan a implementarla, pero también es posible que sean otros los que lo
realicen Así, es posible – y no es raro – que esa responsabilidad caiga en
manos de otras personas: coordinadores, directivos, promotores, etc. Aquí es
importante que exista una sintonía o comprensión total sobre las decisiones en
sí, las razones que las motivan y sobre todo, debe existir el compromiso de su implementación.
Es de
desear que las personas que tiene en sus manos esa implementación estén involucradas
desde el principio en el proceso evaluador y no solo sea una labor de uno o
algunos docentes. El compromiso con la evaluación y su puesta en práctica (si
es un verdadero proceso ligado al aprendizaje) debe manifestarse claramente.
No se
trata de desvirtuar la evaluación a una forma gerencial de los centros educativos,
pero sin estas condiciones la evaluación como proceso que lleva a la toma de
decisiones – justas y acertadas – será solo una buena intención.
6.3
¿Evaluamos las decisiones tomadas?
¿Evaluar
la decisión tomada? La evaluación no puede servir a otro tipo de intereses
(Santos Guerra, 1996) la evaluación supone un dialogo abierto porque busca
―comprender el programa y mejorar la calidad del mismo.
Evaluar
las decisiones tomadas es como la etapa final de este proceso, es decir, es un proceso
de retroalimentación que podría ser positivo o negativo. Si la
retroalimentación es positiva, nos indica que estamos en camino hacia las metas
educativas propuestas de antemano y que incluso, el camino recorrido es el
camino correcto para decisiones futuras.
Por el
contrario, si la retroalimentación es negativa, podría ser que la
implementación requiera de más atención, tiempo, recursos, esfuerzos o quien
sabe más reflexión. También puede significar que la decisión tomada fue una
decisión equivocada. Aun así, la evaluación serviría igualmente para evitar los
errores cometidos en el camino.
6.4
Conclusiones
1. El
proceso de evaluación nos debe llevar a tomar decisiones que en última instancia
reflejen nuestra cercanía con los fines u objetivos últimos de la educación La
toma de decisiones es producto de una reflexión.
2. Es
importante que la toma de decisiones se haga desde y con las personas
comprometidas con el proceso evaluador. Quien esta ajeno a ella, puede desvirtuar
el proceso mismo y la toma misma de decisiones.
3.
Evaluar para la toma de decisiones en el campo educativo es un compromiso con
su implementación. Solo así tendremos la seguridad de sus aciertos o
dificultades.
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